Los síntomas comunes incluyen ruidos chirriantes o chillidos al frenar, vibraciones en el pedal, un pedal de freno esponjoso o que se hunde, la luz de advertencia de frenos encendida en el tablero, y un aumento en la distancia de frenado.

Los ruidos en los frenos pueden deberse a pastillas de freno desgastadas, discos o tambores dañados, suciedad o escombros en el sistema de frenado, o a la falta de lubricación en ciertos componentes. Es recomendable revisarlo lo antes posible para evitar daños mayores.

El tiempo varía según el estilo de conducción y las condiciones del vehículo, pero en general, se recomienda cambiar las pastillas de freno entre 30,000 y 70,000 kilómetros. Sin embargo, es importante revisarlas regularmente, ya que el desgaste puede ocurrir más rápidamente en ciertos casos.

Si los discos de freno están dañados y no se reemplazan, pueden causar un desgaste irregular de las pastillas de freno, aumentar la distancia de frenado y generar vibraciones durante la conducción. Además, podrían afectar el rendimiento general del sistema de frenado, poniendo en riesgo la seguridad del vehículo.

El líquido de frenos es esencial para transmitir la fuerza del pedal de freno a los componentes del sistema de frenado. Con el tiempo, el líquido puede absorber humedad, lo que disminuye su eficacia y puede provocar la corrosión interna de las piezas. Se recomienda cambiarlo cada 1 o 2 años para garantizar un funcionamiento óptimo del sistema.